23.02

 
LOBEZNO. Chris Claremont, Peter David, John Buscema, Al Williamson, Bill Sienkiewicz et al. Siendo el personaje más popular dentro de la franquicia más popular de Marvel, era cuestión de tiempo que Lobezno tuviese su propia serie. Chris Claremont aprovecha un impasse en la colección principal para llevarse a Logan de correrías a Madripur con un parche en el ojo. Tenemos pirateo moderno y escenarios exóticos a lo Terry y los Piratas, tabernas de mala nota con parroquianos ríspidos a lo Conan el Bárbaro, un aroma pulp a lo Doc Savage con la urgencia de Indiana Jones, escenarios de crímenes nocturnos a lo Yo Soy la Justicia, persecuciones en coche a lo James Bond, cafés de esmoquin impecable y bourbon en vaso largo a lo Casablanca, y villanos malencarados con nombres hilarantes. Bebiendo de todas estas fuentes, está claro que, de entrada, la lectura va a ser divertida como poco. Es un tebeo de aventuras y acción, pero no tan simple como estas palabras podrían dar a entender. Los temas y las formas demuestran una madurez propia de un estilo que se abría paso tras la llegada de Frank Miller y Alan Moore. Al arte, un John Buscema que se nota que se encuentra tan a gusto que hasta se llega a entintar a sí mismo, pero cuando lo hace Bill Sienkiewicz le proporciona momentos mágicos. Luego llega Peter David y el guión gana en agilidad, humor y diálogos chispeantes. Ah, la nostalgia es un arma poderosa.
 
RORSCHACH. Tom King, Jorge Fornés, Dave Stewart. Si alguien parecía adecuado para trabajar con el mundo de Watchmen, ese es Tom King. Por la influencia de Alan Moore sobre él y por su atención al detalle y a la forma narrativa. La concepción de esta obra coincidió con la pandemia y la presidencia de Donald Trump al frente de los Estados Unidos, una época de populismos y teorías de la conspiración. King vuelca en ella su respuesta a un espacio y un momento que no le gustan, y lo hace con aplomo a través de la resolución de un misterio y el análisis político de una sociedad partida en dos. No pretende replicar ni competir con Watchmen, como sí lo hiciera Grant Morrison en Pax Americana, pero sí hay ecos que resuenan y reverberan a lo largo de toda la obra, consigo misma y con el trabajo de Gibbons y Moore. No sería igual si no se apoyara en la extraordinaria labor de Jorge Fornés y la decisiva labor del colorista, Dave Stewart, sin cuyo buen hacer el tebeo sería incomprensible. El combo entrega una obra apabullante. Un tour de force en el que cada página, cada capítulo, es una piedra de Rosetta para cualquier estudioso del lenguaje del cómic: las composiciones, los distintos momentos temporales simultáneos, los diferentes planos de realidad, las narraciones complementarias, el empleo del narrador no fiable, el discurso polifónico, los capítulos circulares o espejados… Los autores saben que este es un cómic que gana con sucesivas relecturas y que está abierto a diferentes interpretaciones. Por eso van dejando pistas como miguitas de pan para ser descubiertas con cada nueva revisión. También está la diversión. Toda la metahistoria de los cómics, el juego con Steve Ditko y su Spiderman, o con Frank Miller y su Caballero Oscuro, el nostálgico ambiente retrofuturista setentero que remite a Colombo y Todos los Hombres del Presidente, la inexpresividad del estoico protagonista… Todo forma un puzle. O una máscara de Rorschach. El juego consiste en que el lector sea el mismo detective.
 
SATURN RETURN. Akane Torikai. Problemas del primer mundo: una escritora en sequía creativa, el vacío existencial, la depresión, la presión por ser madre alguien que no quiere serlo, gente aburguesada que cree que en eso consiste la felicidad, japoneses suicidándose, tan obsequiosos y tan rudos a la vez, tan educados y tan distantes... y nosotros metiendo la nariz en sus vidas, en los secretos que cada uno de ellos ocultan. Un misterio sobre la vida y la muerte envuelto en el celofán del slice of life de gente que reprime sus emociones en un entorno frío hasta el cinismo. Akane Torikai se lo guisa y se lo come. Su pareja es Inio Asano. Su casa debe de ser una fiesta.
 
EL COMISARIO SPADA. Gianni De Luca, Gianluigi Gonano. Un gran clásico del fumetto que merecía una justa recuperación. El Comisario Spada, no hay que ser un lince para adivinarlo, es una obra de género policiaco con una estética muy moderna en la que tanto las tramas como las situaciones reflejan los movimientos sociales de la década de los setenta en una Europa en ebullición y en la que Italia era especialmente convulsa por los atentados terroristas de las Brigadas Rojas, las revueltas estudiantiles, las huelgas de los trabajadores y el tráfico de drogas. Pero lo más interesante radica sus apasionantes ejercicios narrativos. De Luca es un dibujante con horror vacui capaz de dar vida a cualquier cosa que se proponga, ya sean personas, objetos, urbes o paisajes. De trazo muy suelto y dinámico, y tremendamente expresivo, destaca especialmente por su extraordinario dominio del lenguaje del cómic y el movimiento de la cámara. Explorando siempre nuevos caminos, en cada página hay un hallazgo. Y lo mejor está aún por venir.
 
LA LIGA DE LA JUSTICIA: LOS MEJORES SUPERHÉROES DEL MUNDO. Paul Dini, Alex Ross. Cada tebeo ilustrado por Alex Ross parece impregnado de un aire de nostalgia y de grandeza, de cariño por los tebeos clásicos y sus formas. Es como si quisiera que los héroes pudieran existir en la vida real o, al menos, lo que sus valores significan. Ese afán desemboca en su estilo fotorrealista de poses icónicas idealizadas que exudan heroicidad. Sus superhéroes no estatuas de mármol cinceladas con uniformes pintados como una segunda piel, son seres reales. Hombretones creciditos algo rechonchos y mujeronas bien nutridas enfundados en arrugados pijamas de colorines. Paul Dini es otro nostálgico de los tebeos de la hora de la merienda que demuestra conocer bien y amar a estos personajes clásicos. En este tomo antológico el lector encontrará una exaltación de la tradición y los buenos sentimientos, como una buena película de Frank Capra o un jersey ancho y gastado. Asistirá a lo que simboliza cada héroe, toda la compasión, la esperanza, la generosidad, la bondad. Aquellas virtudes que nos hacen admirarlos, a las que debemos aspirar y por las que sabemos que son personajes de ficción. Y por eso Ross y Dini nos impelen a imitarlos y a tomar su lugar en el mundo real dentro de nuestras capacidades. ¿Ingenuo? Tanto como ese Action Comics número 1 que se publicó en 1938 para hacer soñar a los niños de aquella época. Si alguien no ha leído jamás nada de Superman, Wonder Woman, Batman, Shazam… y quiere saber quiénes son, este es el libro al que acudir. Una narración reflexiva, melancólica, susurrada al oído. Páginas elegíacas escritas con sencillez, hasta con humildad. Llámenme blando.
 
ALVAR MAYOR. Enrique Breccia, Carlos Trillo. Una obra desasosegante y romántica al mismo tiempo, Alvar Mayor parte del relato de aventuras con antihéroe justiciero en perpetuo viaje en socorro de los débiles y desvalidos para devenir en un grand guignol que reflexiona sobre la condición humana: nuestras miserias y nuestros anhelos, pero también lo que hay de inherentemente absurdo y estúpido en el ser humano. En un Imperio Español en las Américas de ensoñación y leyenda, Alvar Mayor camina en busca de algo que jamás llega a encontrar y que en ningún momento se explicita. Quizá, sospechamos, se busca a sí mismo y a una idea mítica de la felicidad. Pasará así a ser espectador de sucesos esperpénticos y cuasi surreales. Visitará ciudades perdidas; encontrará tesoros escondidos y dioses olvidados; desfilarán damas encantadas, monstruos amenazantes, villanos depravados, amores imposibles y nativos orgullosos. El impactante estilo expresionista de Breccia, tan realista como feísta, de una iluminación rotunda en un blanco y negro durísimo y sin matices, despliega escenarios y caracteres: junglas, ciudades coloniales, caminos polvorientos, cielos extrañamente bellos y extraterrenos, pieles ajadas y resecas, ropas harapientas, ridículas bocas desdentadas, uñas grotescas. Un cuento fantástico y desmitificador con la ácida mirada social que siempre acompaña a los guiones de Trillo.