12.22

REVIVAL COMPENDIUM, VOL 4. Tim Seeley, Mike Norton, Mark Englert. El merecido final de una de las mejores series salidas de la editorial Image en los últimos años, que ofrece una interesante vuelta de tuerca al imaginario de los muertos que vuelven a la vida. A comienzos de año, en un pueblo de la América profunda, sus fallecidos recientes resucitan como si nada hubiera pasado para regresar a su día a día. La alegría del principio deja paso a la perplejidad y, luego, a la incomodidad. Hay algo perturbador en esta resurrección, algo que no funciona del todo bien. Y luego, las cosas enloquecen. Seeley desarrolla un noir rural que retrata de manera esclarecedora una pequeña sociedad conservadora y cerrada; una trama compleja, con múltiples ramificaciones, cocida a fuego lento y salpicada de interesantes reflexiones acerca del valor de la vida, en la que se entrecruza una trama policiaca, la obligatoria cuarentena, los intereses políticos y los fanatismos de todo tipo. Elementos que hacen que Revival encaje en la misma categoría que Fargo y la primera temporada de True Detective. Con multitud de personajes, cada uno con un trasfondo, que hace que te importen y te encojan el corazón; un fresco de habitantes extraordinariamente perfilados que esconden algo podrido cada uno de ellos y que se mueven por el escenario como piezas bien planificadas alrededor del tablero. Mike Norton está impecable dibujando la tensión y algunos momentos francamente desagradables. Técnicamente brillante, con una excelente pulsión narrativa, enfoque y encuadres, sabe crear un extenso elenco bien diferenciado y una perfecta ambientación gélida. Agradecido y emocionado, solamente puedo decir…
 
EL FUEGO. David Rubín. Se nota que David Rubín ha puesto muchas ganas y muchas esperanzas en este tebeo. Mucho de sí mismo y de lo que ve a su alrededor. Técnica y estilísticamente ha continuado la labor que empezó en Cosmic Detective para profundizar en sus hallazgos, sus decisiones estéticas y narrativas, y llevarlos al extremo. Es, por lo tanto, más que un espectáculo, un festival. Pero Rubín trasciende más allá con una obra que toca especialmente hondo. Aparte de las obviedades que quiere denunciar y que saltan a la cara sin disimulo, aquí hay un estudio de lo que significa ser hombre, todos los hombres. De todas esas debilidades, inmadureces, irresponsabilidades y egoísmos que arrastramos y de las que pocos nos libramos, y de cómo afrontamos el final de nuestras vidas. Qué hemos hecho con ellas, qué nos llevamos. Es un retrato de nuestros padres, hermanos, amigos, nosotros mismos. Del fuego que arde dentro del hombre y le hace perseguir el éxito. Un éxito que se manifiesta en poder y dinero. Y un fuego que hace que ardan sus principios y todos los que le rodean con él. El Fuego es el marco para lo que Rubín quiere contar. Es su Asterios Polyp, su Flores Rotas. Tras toda la denuncia social del principio (el ideal que se corrompe, la sociedad de consumo, la publicidad agresiva, los poderes ocultos -o no tanto- que controlan el mundo, el Triumph -triunfo- que oculta debajo un Trump) está el retrato de un determinado tipo de hombre que puede ser el propio Rubín, o el lector mismo, o una parte de todos nosotros. Todos hemos conocido a esos hombres, los hemos visto, los hemos tenido al lado, somos así. Así que gracias, David, gracias por ponerme delante de mi reflejo y gracias por empujarme a seguir peleando para no convertirme en él.
 
X-STATIX. Peter Milligan, Michael Allred, Laura Allred et al. Antes que The Boys y Jupiter’s Legacy, pero después de Marshal Law; anticipando The Wicked + The Divine, estaba este torbellino de jóvenes superhéroes ricos, caprichosos y egoístas creado por Peter Milligan y Mike Allred. Personajes cínicos, con sus propias motivaciones agazapadas, que no son totalmente buenos ni totalmente blancos, con superproblemas que vienen de sus adicciones y sus estados mentales, y que mueren cuando menos te lo esperas. Con el aire de culebrón que siempre ha acompañado a los mutantes y con una emocionante historia de fondo que los ha llevado ahí. En X-Force primero y X-Statix después, estos superhéroes hacen cosas que no habían hecho antes. Tienen una indisimulada vida sexual, aprovechan su fama y su popularidad, y son reclutados mediante castings públicos. Son un negocio y sus vidas son un reality show sin escrúpulos al servicio del gobierno donde prima el fin, con propósitos geopolíticos, sobre los medios. Viven de cara a la galería y a los medios, entre publicidad, ruedas de prensa y programas de televisión. Todo es televisado, todo tiene patrocinadores. Cada misión es un pretexto para la mercadotecnia, la concesión de franquicias, la venta de figuras de acción y los especiales televisivos que manipulen a la opinión pública por motivaciones espurias. Milligan aprovecha sus páginas para señalar la sexualización en los cómics, el clasismo, el racismo, abordar temas tabú como la homosexualidad y tomar una posición sobre el comunismo que no queda claro si es crítica o irónica. La dureza casi gore, con destripamientos y salpicaduras de sangre, y la amargura de la historia contrastan con la amabilidad de las imágenes. Porque, con todo, este es un tebeo luminoso y de estilo independiente y pop. Y es que Allred es genéticamente incapaz de dibujar algo o alguien feo.
 
KULL. Roy Thomas, Gerry Conway, Doug Moench, Marie Severin, John Severin, Wally Wood, Mike Ploog et al. Siempre se ha visto al personaje de Kull como el precursor de Conan, pero hay interesantes matices entre ambos que los diferencian bien. Conan reina tras una larga vida llena de experiencias, mientras que Kull llega a la corona relativamente joven y se esfuerza por integrarse en la civilización. La distinción entre los relatos de uno y otro no radica tanto en que los del segundo ocurren principalmente durante su etapa como monarca, mientras que en los del primero sucede justo lo contrario, sino en algo mucho más profundo. Conan es un hombre que tiene una carrera a sus espaldas cuando alcanza el trono. Ha pasado por diversas etapas y ha conocido de todo en la vida hasta alcanzar su meta. Tal vez por eso sus aventuras como rey tienen ese cierto tono crepuscular u otoñal que no aparece en otras previas. Kull, por el contrario, culmina su trayectoria relativamente pronto y le queda poco por lo que luchar. Por eso sus inquietudes son más transcendentales, más reflexivas. Se aclimata en mayor medida a la civilización y muestra un interés más acentuado por la introspección y el sentido de la vida. Conan ha sido un luchador durante mucho más tiempo y dentro de él queda mucho más del salvaje primigenio que era cuando salió de Cimmeria. Las aventuras y misterios de Kull tienen un hálito poético, existencial y hasta metafísico. Por eso son las elegantes tintas de John Severin sobre los lápices de su hermana Marie las que definen a la perfección al bárbaro melancólico. Páginas clásicas con la humanidad y la sabiduría de Harold Foster, y la gracia y el romanticismo de Barry Windsor-Smith.