2022

La selección de favoritos de 2022. Sólo tebeos editados por primera vez en España o series abiertas en curso durante el año.
 
EL DEPARTAMENTO DE LA VERDAD. James Tynion IV, Martin Simmonds. Un tebeo al socaire de la estancia de Donald Trump en el poder. El momento propicio para dar pábulo a cualquier clase de paranoia conspiranoica. Hordas de fascistas surcando las calles. Terraplanistas. Antivacunas. Bebelejías. Negacionistas de todo tipo. Pero ¿y si todas esas teorías resultasen ser ciertas? Lo que empieza como un tebeo eminentemente político fascinado (oooootra vez) por todo lo que rodea al asesinato de Kennedy y sobre cómo todo aquello que no nos gusta o con lo que no estamos de acuerdo es una trola que nos han colado, pronto se desliza por terrenos más Vertiginosos. Por temáticas ya tratadas desde The Sandman a The Unwritten. Sobre cómo las historias dan forma al mundo y lo transforman. Más Expediente X y menos CNN. Por eso todos los personajes parecen un hatajo de cínicos. Simmonds, no hagan caso a los quejicas, sale airoso aspirando a emular a Bill Sienkiewicz, nada menos.
 
EL SEXTO REVÓLVER. Cullen Bunn, Brian Hurtt, Tyler Crook, Bill Crabtree. Que a Cullen Bunn le va el terror y que sus obras suelen empezar muy bien, pero que no sabe o no quiere esforzarse en rematarlas adecuadamente es bien sabido. Harrow County pasa por ser su mejor trabajo, en gran medida gracias al arte de Tyler Crook, pero esta primeriza, y hasta ahora inédita en España, El Sexto Revólver bien podría acabar desbancando a la nombrada Harrow County. Ambas comparten el mismo lore e, incluso, El Sexto Revólver podría aproximarse a un mignolaverso ubicado en unos Estados Unidos recién salidos de la Guerra de Secesión. Bunn dispone del espacio y se toma el tiempo suficiente para caracterizar a sus personajes y hacer que nos importen, y el arte de Hurtt es también extrañamente resultón. Buenos mimbres todos.
 
RECKLESS. Ed Brubaker, Sean Phillips, Jacob Phillips. El dúo Brubaker / Phillips funciona como una máquina bien engrasada. Ha encontrado su fórmula y, con pocas variaciones, se ha venido ciñendo a ella: género negro, protagonista desengañado primorosamente perfilado, rico reparto de perdedores y buscavidas de poco fiar, inteligente monólogo interior y un impepinable fatalismo determinista. Y la cara de Phillips, que sigue apareciendo página sí, página también. Tal vez debería buscar otro modelo al que hacerle fotos. Reckless podría perfectamente pasar por otro capítulo de su obra maestra, Criminal, aunque con un giro que pone al día al justiciero más o menos altruista de las películas de la Cannon. El protagonista se mueve más por el deber que por el querer, pero anda algo despistado, tiene tendencia a dejarse manipular por el corazón o la entrepierna y, como en la vida misma, nunca sale del todo bien ni del todo mal. Vale, los Brullips vuelven a hacer lo mismo, pero qué bien lo hacen.
 
THE NICE HOUSE ON THE LAKE. James Tynion IV, Álvaro Martínez Bueno, Jordie Bellaire. Este tebeo es toda una experiencia. El diseño, la ambientación, el concepto próximo a El Ángel Exterminador de Buñuel y al concurso televisivo Gran Hermano, el puñado de hipsters urbanitas que lo pueblan... Está todo tan bien pensado, tan bien trazado y matizado, que el lector no puede ni quiere más que abandonarse a sus páginas y a la historia que se despliega ante sus ojos. Cualquier cosa que se diga sobre él sería desvelar demasiado sobre la trama y, por lo tanto, malbaratar la vivencia inmersiva que supone su lectura. Es mejor adentrarse en él desnudo y dejarse llevar por las revelaciones igual que lo hacen sus protagonistas. Tynion destaca como un escritor puntero cuando se ocupa de obras de creación propia, pero es el dibujante español Álvaro Martínez Bueno el que le da su verdadera dimensión a una lectura imprescindible. Sin olvidar la tarea de la colorista Jordie Bellaire, cuya paleta casa a la perfección con la escenografía que se plantea.
 
ICE CREAM MAN (EL HELADERO). W. Maxwell Prince, Martín Morazzo, Chris O'Halloran. ¿No nos hemos sentido todos un poco estafados por la vida alguna vez? ¿Y no hemos necesitado que alguien nos ofreciera un dulce para soportar mejor una situación amarga, aunque este sea un regalo envenenado? Estos son los personajes que pueblan y de eso trata esta colección de antologías de relatos de terror cotidiano hilados todos por un nexo común, El Heladero del título y la historia de fondo que se apunta. W. Maxwell Prince destila una extraña mezcla de mala leche y cariño por el ser humano en sus guiones, además de un fino savoir faire, que hacen de este cómic una obra maestra en miniatura. No sería lo mismo, claro, sin el elegante dibujo de Martín Morazzo y la perfección de los colores pastel de O’Halloran. Los ejercicios narrativos son desbordantes y las gotas de surrealismo que destilan no sólo le sientan muy bien, sino que añaden sabor a la mezcla. Ambos artistas dan vida, embellecen y agrían unas historias que te hacen removerte inquieto en el asiento, que te hacen parar un momento, dar un paso atrás y respirar antes de retomar la lectura.
 
UNA SED DE VENGANZA JUSTIFICADA. Rick Remender, André Lima Araújo, Chris O’Halloran. Acción muy bestia, tarantiniana, con ecos de Pulp Fiction, terrible y que no da un momento de respiro, protagonizada por un samaritano con la cara del actor Benedict Wong al que todas sus buenas acciones le salen caras y que es mucho más que el tipo corriente que aparenta. A Rick Remender siempre le ha gustado plantear sus historias con las gónadas por delante, pero lo que resulta refrescante por lo bien que funciona es que USDVJ tiene sólo los diálogos justos y está exenta de la palabrería y los monólogos interiores caracterizan al guionista. Remender lo deja todo en manos de la tremenda narrativa gráfica del dibujante y arquitecto portugués André Lima Araújo con el eficaz apoyo de O’Halloran como colorista. Ellos son, sin duda, los que hacen que Una Sed de Veganza Justificada se asiente justificadamente en esta lista.
 
GANNIBAL. Masaaki Ninomiya. Una pequeña sorpresa que se ha colado calladamente entre los tebeos del año. Una historia acerca de una sociedad rural aislada japonesa en la que sus habitantes ya proporcionan suficientes sudores fríos sólo con su aspecto y su actitud. Y ahí tenemos al policía forastero recién llegado, intentando encajar, preocupado por su familia, que tampoco está pasando por un buen momento, y atenazado por una terrible sospecha alimentada por misteriosas desapariciones, rumores y habladurías. El autor sabe jugar con el ritmo y la tensión, la única manera de formular el terror en un cómic, y tiene el trazo perfecto para resultar turbio y atractivo a la vez. Una intriga terrorífica muy bien contada que augura unos cuantos buenos sobresaltos al pasar futuras páginas.
 
RIP. Gaëtan Petit "Gaet's", Julien Monier. La vida es sucia, la gente es sucia, y los autores de RIP pretenden demostrarlo asentados en una historia negra, negrísima y fatalista sobre los desheredados de los bajos fondos. Pero RIP va más allá. Esta es una obra de ingeniería que se expande como la tela de una araña, ocultando infinitos recovecos y con múltiples personajes interconectados entre sí, cada uno con una historia detrás. Su dibujo, engañosamente desmañado y con un coloreado turbio, aporta un ajustado tono caricaturesco que lo eleva al esperpento. Esta serie nos enseña lo peor del ser humano, pues no hay una sola característica ni un solo personajes positivos. Cada capítulo es sórdido, devastador y con un humor tan negro que resulta insoportablemente amargo.
 
EL FUEGO. David Rubín. Se nota que David Rubín ha puesto muchas ganas y muchas esperanzas en este tebeo. Mucho de sí mismo y de lo que ve a su alrededor. Técnica y estilísticamente es el tebeo más rubiniano que ha hecho. Profundiza en sus hallazgos, sus decisiones estéticas y narrativas, y los lleva al extremo. Pero Rubín trasciende más allá con una obra que toca especialmente hondo. Aquí hay un estudio de lo que significa ser hombre, todos los hombres. De esas debilidades, inmadureces, irresponsabilidades y egoísmos que arrastramos y de las que pocos nos libramos, y de cómo afrontamos el final de nuestras vidas. Qué hemos hecho con ellas, qué nos llevamos. Es un retrato de nuestros padres, hermanos, amigos, nosotros mismos. Del fuego que arde dentro del hombre y le hace perseguir el éxito. Un éxito que identificamos con poder y dinero. Y un fuego que hace que ardan sus principios y todos los que le rodean con él. Bajo toda la ciencia-ficción y toda la denuncia social que salta a la cara sin disimulo, está el retrato de un determinado tipo de hombre. Todos hemos conocido a esos hombres, los hemos visto, los hemos tenido al lado, son nuestro reflejo, somos así. Intuyo que eso es lo que más le importaba contar a Rubín, pero si no es así, es lo que más me importa de lo que me ha contado a mí.
 
MARSHAL BASS. Darko Macan, Igor Kordey, Nikola Vitković. Las aventuras, y más bien desventuras, del primer marshal de raza negra. No especialmente hábil, no especialmente listo. Un hombre corriente en un mundo poblado por pillos y pícaros, donde la supervivencia no tiene nada que ver con la destreza, y sí con la casualidad. Menos Errol Flynn y más Roy Bean. Así debió de ser el verdadero nacimiento de los Estados Unidos: sucio, duro, violento, despiadado y entre lances caóticos con aire de astracanada a lo Pequeño Gran Hombre. Kordey se llevó todas las bofetadas posibles por tener que dibujar episodios enteros de los New X-Men de Grant Morrison en media hora, pero es un artista espectacular que une en su trazo a Richard Corben y Mirko Ilić.
 
DECORUM. Jonathan Hickman, Mike Huddleston. Hickman adora la ciencia ficción y construir mundos, y aquí lo ha hecho con armas, bagajes y todas sus artimañas de diseñador gráfico. Tenemos así un imperio absolutista basado en la religión y formado por una inteligencia artificial colectiva que necesita enmendar una metedura de pata bien gorda, una sororidad de asesinas en plan Isla Paraíso contratadas para solventar la faena, diálogos crípticos, muchísimos buenos modales y toneladas de farfolla. Hickman construye todo un universo con sus mundos, sus razas y sus relaciones, que es lo que le gusta. Como suele ser habitual en él, todo se beneficia muy mucho de una segunda lectura entre tanto montaje tan bonito, tan incomprensible a veces, y con un significado si uno se toma el supremo esfuerzo de descifrarlo. No falta tampoco su peculiar sentido del humor. Como no podía ser de otro modo, todo es más grande que la vida. Protagonistas carismáticas o meramente molonas: una aprendiz deslenguada (una repartidora, una raider, una llamada de atención acerca de los trabajos precarios) y una maestra exquisitamente refinada. Huddleston también hace una exhibición casi impúdica de técnicas y estilos que fuerzan al lector a descifrar por qué ha tomado cada decisión artística y qué función narrativa cumplen, pero está deslumbrante dando vida a una epopeya de niveles cósmicos que abarca galaxias y miles de millones de años. Alguien ha estado leyendo El Incal y le ha gustado.
 
REVIVAL. Tim Seeley, Mike Norton, Mark Englert. Una de las mejores series salidas de la editorial Image en los últimos años, que ofrece una interesante vuelta de tuerca al imaginario de los muertos que vuelven a la vida. A comienzos de año, en un pueblo de la América profunda, sus fallecidos recientes resucitan como si nada hubiera pasado para regresar a su día a día. La alegría del principio deja paso a la perplejidad y, luego, a la incomodidad. Hay algo perturbador en esta resurrección, algo que no funciona del todo bien. Y luego, las cosas enloquecen. Seeley escribe un noir rural que retrata de manera esclarecedora a una pequeña sociedad conservadora y cerrada. Una trama compleja, con múltiples ramificaciones, cocida a fuego lento y salpicada de interesantes reflexiones acerca del valor de la vida, en la que se entrecruza una investigación policiaca, la obligatoria cuarentena, los intereses políticos y los fanatismos. Con un fresco de personajes, cada uno con un trasfondo que hace que te importen y te encojan el corazón, extraordinariamente perfilados, que esconden algo podrido cada uno de ellos y que se mueven por el escenario como piezas bien planificadas alrededor del tablero. Mike Norton está impecable dibujando la tensión y algunos momentos francamente desagradables. Técnicamente brillante, con una excelente pulsión narrativa, enfoque y encuadres, sabe poner en escena un extenso elenco bien diferenciado y con una perfecta ambientación gélida.