07.22

NOT ALL ROBOTS. Mark Russell, Mike Deodato Jr., Lee Loughridge. En un futuro muy próximo, la humanidad, al fin, lo ha echado todo al traste y ahora la inteligencia artificial se encarga de todas las tareas. Sorpresa, los robots son tan humanos como los humanos: odian su trabajo, odian su vida hogareña, y son violentos y sectarios. Las historias de Mark Russell no se reducen a meramente contar una trama. Quieren dar un discurso, exponer unas ideas. Unas veces más explícitamente que otras. Not All Robots (a saber por qué no se ha traducido el título) es una sátira que cubre múltiples aspectos que últimamente se han revelado claves en nuestra vida moderna. Nuestro camino sin retorno a la autoextinción, el papel manipulador de los medios de comunicación, las protestas sociales y raciales, la corrupción del sistema legal, los abusos policiales, las relaciones interpersonales, la ingenuidad de las ideas buenistas, la reflexión ante cuestiones existenciales, nuestra propia apatía y lo que dejamos que los demás vean de nosotros mismos, y la masculinidad tóxica y los miedos de los varones desplazados de su rol tradicional. Y el capitalismo, claro. Todo se publicita, todo se vende, todo tiene que dar un beneficio. Los trabajadores obsoletos son desechados como trastos viejos. En ciertos momentos, Not All Robots llega a recordar al Frank Miller de DK2, tanto en el texto como en la disposición de páginas y viñetas. Recrea una estética visual muy atractiva, mientras que el dibujo de Deodato lo hace todo terriblemente creíble (atentos a la aparición de Michael Douglas en Un Día de Furia). En otros momentos, simplemente, los personajes reflejan las opiniones del autor y sermonean demasiado. Al final no es más que la visión de Russell de la América de Trump con una evidente falta de sutileza. Hordas reaccionarias, racistas y defensoras del libre uso de las armas controlan los medios de comunicación y conducen a la opinión pública. Devolved América a los americanos (blancos). O a los robots, lo mismo da.
 
UNA SED DE VENGANZA JUSTIFICADA. Rick Remender, André Lima Araújo, Chris O’Halloran. Benedict Wong (sí, el actor - el protagonista tiene toda su cara) es un samaritano al que todas sus buenas acciones le salen caras, y que es mucho más que el tipo corriente que aparenta. Lo último de Remender aporta acción muy bestia, tarantiniana, con ecos de Pulp Fiction, terrible y absorbente, que no da un momento de respiro. Nada nuevo aquí. Lo que sí sorprende, y resulta refrescante por lo bien que funciona, es que sólo tiene los diálogos justos, que caracterizan perfectamente a cada personaje, y que está exento de la palabrería que, a menudo, caracteriza al guionista. Aunque tampoco nos quejaríamos en esta casa de los monólogos interiores de, por ejemplo, Ciencia Oscura, seamos sinceros. Remender lo deja todo en manos de la tremenda narrativa gráfica del dibujante y arquitecto portugués André Lima Araújo, que, por momentos, recuerda fácilmente a Katsuhiro Otomo, sin olvidar el eficaz apoyo de la labor del colorista. Este tándem ganador, sin duda, es lo que hace que Una Sed de Veganza Justificada sea uno de los acontecimientos editoriales del mes.
 
HISTORIAS DE HARROW COUNTY 2: LA BUENA GENTE. Cullen Bunn, Tyler Crook, Emily Schnall. Poco hay que añadir con respecto al nuevo capítulo de la mejor obra, con permiso de El Sexto Revólver, de Cullen Bunn. Miniserie spin off de Harrow County, La Buena Gente sigue ampliando el lore con un nuevo relato que continúa ensanchando las peripecias de los personajes y terrenos que poblaban la serie madre. Nada más. Tampoco nada menos. Un añadido casi a la altura, imprescindible para los que la conozcan y estén encariñados con ella. De todos modos, se confirma que sin Tyler Crook, que sólo aparece aquí nominalmente, Harrow County no es lo mismo.
 
LOS CARRUAJES DE BRADHERLEY. Hiroaki Samura. Si hay que juzgar por la inmensa diversidad estilística de los mangas que se publican cada mes, el japonés es un pueblo bien peculiar. Capaces de las cosas más extremas, de la delicadeza a la crueldad, de la ternura a la barbarie. El autor de La Espada del Inmortal no parece tener muy claro lo que ha querido hacer aquí. Si un catálogo de horrores, si una denuncia del sometimiento de la mujer al poder patriarcal, si una muestra de la desgarradora lucha por la supervivencia de las clases más desfavorecidas en las ciudades a raíz de la Revolución Industrial, si una crónica de las penosas situaciones en los presidios de comienzos del siglo XX, si un remedo de From Hell según Eddie Campbell, o si un relato de emotiva sensibilidad y reflexión. Pareciera que hubiera ido improvisando su historia sobre la marcha sin un destino fijo, cambiando de opinión a cada capítulo y sin saber muy bien a dónde quiere llegar. O quizá haya sido su intento de abarcar todos los frentes posibles de lo que está contando lo que al final le impide profundizar en ninguno de ellos. Lo más desconcertante es que ante tamaño despliegue de mezquindad y atrocidades, al final no sólo le queda al lector la sensación de que todos los clichés que se había formado al principio se desmoronan y que los que consideraba villanos sin remisión no son más que seres humanos en una situación límite, sino que Samura cierra perfectamente la trama haciendo un viaje circular cuando menos se esperaba, dejando una tremenda sensación de afecto y compasión por las niñas que aparecen en cada capítulo. Tal vez haya sido una pirueta improvisada más. O tal vez ese era el plan desde el principio. Así de asombroso es.
 
LENA INTEGRAL. Pierre Christin, André Juillard. Un clasicazo del cómic europeo de espionaje. Christin sabe construir tramas apasionantes, con la tensión cocida a fuego lento y una minuciosa narración perfecta. Los conflictos de Oriente Medio y el terrorismo islamista son los ejes de la trama. Pero Christin, viejo izquierdista obsesionado con el derrumbe del régimen comunista en los países de la Europa del este, siente como una traición a unos ideales el sueño que se convirtió en pesadilla y no pierde ocasión de ponerlo de manifiesto. Lena es la historia de cómo una mujer imperturbable, inexpresiva, muerta por dentro, entre intrigas de alta política vuelve a aprender a vivir. No es un cómic de acción, sino de largas conversaciones, contemplaciones y escenarios. De todo lo que se mueve debajo de los grandes terremotos que sacuden el mundo. Ahí es donde Juillard demuestra su maestría haciendo que algo que podría devenir farragoso sea una exposición amena, liviana y elegantísima.
 
MURENA, 11: LEMURIA. Jean Dufaux, Philippe Delaby, Theo Caneschi, Lorenzo Pieri. Un tebeo de Jean Dufaux es como un melón. Nunca sabes cómo te va a salir hasta que lo abres. Su gran serie, Murena, iba destinada a convertirse en el mejor cómic de género histórico en curso, con permiso de La Edad de Bronce de Eric Shanower si éste no nos hubiera dejado huérfanos. Pero Murena, poco a poco, ha ido perdiendo pie, cediendo paso a las escenitas de porno softcore y centrándose menos en la complicada trama de traiciones e intrigas. A la vez, a causa del desgraciado fallecimiento de Philippe Delaby y el consiguiente reemplazo por Theo Caneschi, se ha perdido también algo por el camino. Siendo Theo un dibujante tremendo como lo es, no es lo mismo. Hay cierta cualidad caricaturesca en su estilo que resta ese rotundo realismo tan apropiado para la historia, durísimo, pétreo, de gran superproducción en technicolor, que aportaba Delaby. Murena es la crónica del reinado del emperador Nerón desde su ascenso al poder, entrecruzada con su tormentosa relación con su (ficticio) amigo Lucio Murena, ora enfrentados, ora aliados, con las preceptivas dosis generosas de sexo y violencia (nada que reprochar, ¿verdad?), la imprescindible documentación extraordinaria, un guión cautivador y un dibujo exquisito. Las fastidiosas concesiones a la carnaza no desmerecen una obra de tan alta categoría, aunque el desmedido interés en meter referencias con calzador parece denotar un ansia por parte de Dufaux de hacer notar que ha hecho los deberes. No olvidemos, sin embargo, y es lo que el guionista parece tener en mente en todo momento, que también estamos hablando de un magnífico producto de entretenimiento con una calidad inmejorable, pero de entretenimiento puro y duro.
 
NIGHTWING 10/33 (87 USA): A POR GRAYSON. Tom Taylor, Bruno Redondo, Adriano Lucas. Un guión mínimo es la percha para que nuestro Bruno se luzca experimentando con un larguísimo plano secuencia de todo un número (con un par de trampitas, ¿eh?) la mar de dinámico. ¡Dinámico! ¡Ja! ¿Lo han pillado? Es un trabajo espectacular, tremendamente laborioso, como sólo este medio puede ofrecer y, en otra época, más de uno compraría dos ejemplares para forrar las paredes de su habitación con uno de ellos. Muy disfrutón, vaya, e imprescindible para las bibliotecas de ringorrango. Dicen que cuando en una frase aparece un pero, nada de lo que se dijo antes importa, pero... estooo... no queremos ser cenizos, pero ¿esto no es lo que hacía Gianni De Luca hace 50 años?