08.22

LA MUJER DEL APARTAMENTO. Minetarô Mochizuki. “El manga más terrorífico”, dice la publicidad. ¿Hay algo más terrorífico que el ser humano? El tropo de mujer esquelética de largo pelo negro lacio y húmedo, tan querido en las historias japonesas de fantasmas, es trasladado aquí a una situación que da de verdad miedo: el acoso obsesivo. Minetarô Mochizuki ha sabido viajar de un extremo a otro de los géneros. Echó los dientes con la angustia postapocalíptica de Dragon Head, nos reconfortó el corazón con la amable Chiisakobe y vuelve al terror psicológico para este tomo único en el que recupera su estilo de dibujo más desasosegante. Inquietante sin echar mano de truculencias, aterrador sin necesidad de violencia, hecho de sonrisas congeladas y miradas muertas, de elementos adivinados y sugerencias, y con un mínimo de ingredientes sobrenaturales, este es el manga para pasarlo fatal pensando que el día menos pensado nos podemos ver cualquiera de nosotros sufriendo el trago.
 
ICE CREAM MAN (EL HELADERO). W. Maxwell Prince, Martín Morazzo, Chris O'Halloran. Niños gorditos solitarios, drogadictos pringados, tipos grises a los que les superan las responsabilidades y perdedores que sienten que han sido estafados por la vida (¿no lo hemos sido todos un poco?). Siempre necesitan que alguien les ofrezca un dulce para soportar mejor una situación amarga, aunque este sea un regalo que envenenado. La novedad más esperada del mes y una colección ampliamente demandada por los aficionados llega como una antología de relatos de terror con gotitas de surrealismo hilados todos por un nexo común, el caballero del título y la historia de fondo que se apunta. W. Maxwell Prince destila una extraña mezcla de mala leche y cariño por el ser humano en sus guiones, además de un fino savoir faire, que hacen de este cómic un pequeño tesoro. No sería lo mismo, claro, sin Martín Morazzo. Hay una escuela de artistas argentinos que va de Domingo Mandrafina, pasa por Eduardo Risso y Marcelo Frusin, y desemboca en el elegante dibujo de Morazzo. Heredero de todos estos gigantes, MM da vida a una colección de relatos imprescindibles, los embellece y los agría. La perfección de los colores pastel de O’Halloran son la guinda en el… bueno, ya saben.
 
RIP. Gaëtan Petit "Gaet's", Julien Monier. La vida es sucia, la gente es sucia, y los autores de RIP pretenden demostrarlo asentados en una historia negra, negrísima y fatalista sobre los desheredados de los bajos fondos. El primer tomo fue excelente, pero a partir del segundo nos dimos cuenta de la obra de ingeniería que RIP es. Que ahí había muchísimo más de lo que parecía y que se expandía como la tela de una araña. Ocultando infinitos recovecos, con múltiples personajes interconectados entre sí, cada uno con una historia detrás, RIP es perfecta para los amantes de Fargo de los hermanos Coen y Scalped de Jason Aaron, pero también de Los Desesperados de Mezzo y Pirus, y el reciente No Direction de Moynot. Su dibujo, engañosamente desmañado y con un coloreado a lo Seven, película a cuyo ambiente tampoco es ajeno este cómic, aporta un ajustado tono caricaturesco que lo eleva al esperpento y las pinturas negras de Goya. En una selección mensual llena de tebeos sórdidos, este es el más sórdido del lote. Todos los superlativos son pocos. Lo mejor que hemos leído este año y crece tomo a tomo. Parece que tiene cuerda para rato.
 
HAWKMAN: MUNDO HALCÓN. Timothy Truman, Enrique Alcatena. Las Crisis en Tierras Infinitas supusieron una excelente ocasión que una DC que había perdido el paso de los tiempos supo aprovechar para hacer borrón y cuenta nueva con unos personajes que se les habían quedado rancios. Bien conocidos son los casos de Superman a cargo de John Byrne, y Wonder Woman en manos de George Pérez. No tanto para Batman, cuyo lavado de cara supuso más bien que Frank Miller asentara sus reales encima de la mesa y diera la visión del personaje que ha perdurado hasta nuestros días. Cuando le llegó el turno a Hawkman, la cosa se volvió un pelín oscura. El fantástico dibujo de Truman, apoyado por Alcatena, clásico y tenebroso, unió el Flash Gordon de Alex Raymond con La Guerra de las Galaxias (extraña traducción, ¿verdad?) de Jorge Lucas. En el fondo quedaba una historia más profunda, más adulta y con más aristas de lo que la Distinguida Competencia se había estado permitiendo hasta el momento. Un guión del propio Truman que relataba la redención de unos protagonistas con unos principios morales cuestionables y un indisimulado reproche al imperialismo, el colonialismo y la apropiación cultural. Pero, sobre todo, una lección de cómo narrar un tebeo con las páginas justas, un espectáculo magnífico y un cómic de los que crean afición.
 
GANNIBAL. Masaaki Ninomiya. Yermo Ediciones, cuadra hasta ahora especializada en el europeo con pedigrí, ha entrado con fuerza en el manga con su sello Arechi y un buen puñado de licencias sobradamente interesantes. Destaca por encima de ellas esta historia acerca de una sociedad rural aislada japonesa en la que sus habitantes ya proporcionan suficientes sudores fríos sólo con su aspecto y su actitud. Ahí tenemos al policía forastero recién llegado, intentando encajar, preocupado por su familia, que tampoco está pasando por un buen momento, y atenazado por una terrible sospecha alimentada por misteriosas desapariciones, rumores y habladurías. El autor tiene el trazo perfecto para resultar turbio y atractivo a la vez para disfrutar de una intriga muy bien contada que desde su comienzo augura unos cuantos buenos sobresaltos.