2021

STILLWATER. Chip Zdarsky, Ramón K. Pérez, Mike Spicer. Steve Murray, el autor real que se disfraza tras ese descacharrante pseudónimo, se está revelando como toda una nueva fuerza motora creativa en el mundo del cómic, tanto como guionista como dibujante, con franquicias como con obra de autor, en las grandes editoriales y en independientes. Ha probado múltiples palos y, como mínimo, todo proyecto que lleva su firma resulta interesante, dejando, además, un sello profundamente personal y reconocible. En su última aventura se mueve con soltura entre la intriga y el terror con una propuesta lo suficientemente atractiva como para enganchar al lector y que reciba un voto de confianza, acompañado con tino por el dibujante canadiense que tan buen sabor de boca dejó en Ojo de Halcón. ¿Un pueblo de la América profunda en el que nadie envejece ni muere? Queremos saber más.
 
HAY ALGO MATANDO NIÑOS. James Tynion IV, Werther Dell’Edera, Miquel Muerto. Si el título no fuese de por sí lo bastante llamativo (y descriptivo), los arañazos del dibujo y el inteligente coloreado dan la bofetada definitiva. Detrás de ello, un guionista en alza, especialmente en obras de creación propia, que parece no alcanzar techo. Aquí construye personajes carismáticos y se pasa por el forro los tabús de los relatos de terror para dar forma a una obra que, sin bien no es de gran originalidad en el fondo, lo es en la forma. Certeras caracterizaciones, crudas cuchilladas que suenan a realidad, cubos de sangre, ambiente inquietante, un imprescindible misterio y tensión a raudales. Bang, éxito instantáneo.
 
CARTA BLANCA. Jordi Lafebre. Ay, el amor. Sigue siendo el motor del mundo hasta en estos tiempos tan cínicos. ¿A quién no le gusta una buena historia de amor? ¿Y una historia de amor maduro? ¿Y si se desarrolla a través de las décadas? Todo esto y más: personajes creíbles y abrazables, el ritmo de Django Reinhardt y Stéphane Grappelli, un dibujo sensible, un coloreado delicado y una forma de narrar edificada como una precisa obra de ingeniería que fluye dulce y suave, deja al lector con la boca abierta y sorprende con cada capítulo hasta el despampanante final. En pie, aplaudan con una sonrisa de satisfacción. Después de este tebeo, la vida es un poquito mejor.
 
MONSTRUOS. Barry Windsor-Smith. La novedad del año y una obra colosal por su tortuosa génesis (37 años de elaboración), que tiene su origen en una propuesta para una historia de Hulk en la editorial Marvel, y que, de rebote, cambiaría para siempre la trayectoria del personaje. Tras docenas de obstáculos y vicisitudes, cuando ya se creía perdida, el maestro británico entrega por sorpresa una trama perfectamente hilvanada, llena de recovecos y saltos temporales, que mezcla géneros, introspección psicológica, experimentos científicos con nulos escrúpulos y realismo mágico. Un estudio sobre el maltrato físico y psicológico, sobre la destrucción de la personalidad y la manipulación de las personas corrientes a merced de los engranajes de la gran maquinaria que nos controla. El verdadero monstruo aquí, oh, sorpresa, es el ser humano. Todo ello coronado, cómo no, por su, no por habitual menos prodigioso, dibujo preciosista. Prerrafaelista, se ha dicho a menudo. Homérico es poco.
 
KILL OR BE KILLED. Ed Brubaker, Sean Phillips, Elizabeth Breitweiser. Por fin culmina, con gran retraso, la obra magna de uno de nuestros tándems favoritos. Que su alquimia ha perfeccionado su sinérgico método de trabajo hasta el punto de hacer oro con todo lo que tocan es bien sabido, pero lo que elaboran aquí va un paso más allá. Desde el narrador poco fiable que consigue meter al lector dentro de su cabeza, pasando por el incisivo uso del monólogo interior, hasta el exigente dibujo cuajado de detalles que da tantas pistas sobre lo que está pasando como el mismo relato. Una incursión en el vigilantismo que explora sus relaciones con la locura. Pues hay que estar mal de la cabeza para ponerse una máscara y repartir justicia a bofetadas… ¿o tal vez no?
 
LA CANTINA DE MEDIANOCHE. Yaro Abe. Mafiosos, policías, prostitutas, actores porno, boxeadores, marujas, travestidos, oficinistas, amantes, insomnes… Una discordante pléyade de personajes variopintos se reúne alrededor de un plato de comida de batalla en una sencilla taberna de un barrio de mala nota de Tokio a partir de la medianoche para contar historias cotidianas y mostrarnos que hay humanidad y ternura en todas partes. El dibujo naif remata a la perfección la puesta en escena y nos derrite el corazón. Necesitamos más de esto, por favor.
 
REDNECK. Donny Cates, Lisandro Estherren, Dee Cunniffe. La historia de una familia de paletos sureños… que son vampiros. Podría parecer un chiste, pero en las manos del guionista que se ha destapado como uno de los jóvenes talentos al frente de la Casa de las Ideas, se convierte en un ensayo que llega a ser conmovedor sobre las relaciones, aquello que nos une y las obligaciones que nos separan. Hay momentos íntimos y destripamientos salvajes a partes iguales, y aun así, el cómic no sólo sale airoso, sino que conquista al lector con su escrutadora mirada sobre una sociedad rural y aislada. El trazo sucio, escéptico, del dibujante, y los sarpullidos que levanta la colorista le van como anillo al dedo. Más profunda de lo que pueda parecer a primera vista.
 
GIDEON FALLS. Jeff Lemire, Andrea Sorrentino, Dave Stewart. Otro equipo que da por finiquitado el que seguramente sea su mejor trabajo conjunto. Transmitir miedito a través de un cómic es tarea casi imposible, pero, en gran parte gracias el despliegue de medios del ilustrador, este es un tebeo plagado de angustiosos momentos de terror psicológico. Lemire, afamado estajanovista que ha metido cuchara en todos los géneros haciendo uso siempre de una personal carpeta de obsesiones, se destapa aquí con un relato multiversal y lovecraftiano en el que Sorrentino brilla en todas y cada una de sus páginas, ocurrencia tras ocurrencia, experimentando con imaginación y éxito. El tour de force se complementa con el multipremiado colorista Dave Stewart, quien le hace justo servicio a tamaña exhibición narrativa. Y, así, todo el mundo es feliz.
 
CONTRAPASO. Teresa Valero. Esta es una obra atípica y, por qué no, necesaria. Una historia de género negro ambientada en la España de posguerra, que analiza la sociedad de la época con una certera descripción de ambientes y personajes, meticulosamente documentada, plena en matices y sin caer en maniqueísmos ni lugares comunes. El dibujo es, a todas luces, soberbio. Y lo mejor de todo es que se intuye como el primer escalón de una serie de más largo recorrido. Blacksad tiene competidora a su altura.
 
CLASE LETAL. Rick Remender, Wes Craig, Jordan Boyd. A pesar de la un tanto peregrina premisa (¿Harry Potter se encuentra con Battle Royale?), quizá sea esta la mejor obra de Rick Remender. Tras toda la acción desenfrenada, se encuentra un perfecto retrato de una generación y de lo que significaba ser adolescente en los años 80, con toda su ingenuidad hacia el sexo y las drogas antes del sida. Una época nihilista, de una tristeza descorazonadora más allá de la bruma espídica de las anfetaminas, puestos en imágenes de manera pasmosa por Wes Craig y abrillantados por el color de Jordan Boyd, quienes dan un recital de narración gráfica bien entendida. Los que vivieron sus años salvajes durante esa década, salvadas las distancias, asentirán con un cabeceo de reconocimiento. La serie más punk del momento.
 
INVENCIBLE. Robert Kirkman, Cory Walker, Ryan Ottley, et al. Ha costado Dios y ayuda, se ha quedado por el camino una editorial que merecía mejor suerte y los seguidores hemos tenido que hacer malabarismos, pero por fin ha visto su finalización en España el que se publicita como el mejor tebeo de superhéroes del universo. El mejor tebeo de superhéroes para los amantes de los superhéroes, más bien. El buen aficionado conocedor disfrutará con todos los tropos del género servidos por un verdadero fan que ha crecido con los superhéroes, los ha leído, los ha estudiado, los ha deglutido y los ha regurgitado. Kirkman cumple un sueño húmedo de juventud, decide dar respuesta a muchas de las cuestiones que nos hemos planteado todos como lectores y les da la vuelta. Una labor de homenaje y subversión, cuanto más se haya leído a los clásicos, más jugo se le sacará a Invencible. Pero, esta, por sí misma, es la opción inmejorable para introducirse en las correrías de los tipos en pijama, que decía con sorna Stan Lee cuando aún no sabía adonde iba a llegar.
 
YUKO. Ryoichi Ikegami. La segunda parte, más moderna, de una antología que recoge en orden cronológico relatos cortos del autor de Crying Freeman. Aparentemente una recopilación de historias sobre mujeres, es, en realidad, la disección de las taras de los hombres enfermizamente obsesionados con esas mujeres, de sus perversiones, sus fetiches y sus frustraciones. La cara oscura del eterno femenino está en ellos. Sin emitir juicios ni ofrecer excusas, el dibujo es exquisitamente refinado, como no podía ser de otra manera, transmite perfectamente la fascinación y la culpa, y deja un recomendable poso de reflexión. La belleza de lo malsano.