Segundo semestre de 2025.

SANTUARIO. Sho Fumimura, Ryoichi Ikegami. Planeta. Es todo un exceso: de poses, de actitud, de chulería, de testosterona, de sexualidad gratuita. Exceso hasta el infantilismo. Es muy pasado de vueltas en todos los sentidos, pero da igual: es pura diversión sin complicaciones y puede ser justo lo que necesitemos al final del día.
 
NIGHTWING. Tom Taylor, Bruno Redondo, Caio Filipe, Adriano Lucas. Panini. Tom Taylor trae de vuelta el optimismo y la alegría a DC, pero o bien sus postulados son demasiado ingenuos o bien quiere hacer que sus lectores se sientan muy bien consigo mismos. Probablemente, las dos cosas. Un tebeo fulgurantemente deslumbrante cuando lo dibuja Bruno Redondo que pasa a ser sólo otra (re)acción bienintencionada más cuando lo hace cualquier otro.
 
SHADE, EL HOMBRE CAMBIANTE. Peter Milligan, Chris Bachalo, Mark Pennington, Daniel Vozzo et al. Panini. Una de las grandes olvidadas del sello Vértigo. El principio de la etapa, donde se fundamenta todo lo que vendrá en el resto de la historia y donde reside su reputación. Pero también son los números más correosos, de tesis, donde se establecen los conceptos más densos. Porque aquí es donde Milligan, partiendo de un personaje creado por Steve Ditko, lo que ya da muchas pistas de la locura por la que va a discurrir la trama, elabora todos los temas que le interesarán a lo largo de su carrera: la identidad, la autopercepción, la salud mental.
 
ÉRASE UNA VEZ EN EL FIN DEL MUNDO. Jason Aaron, Leila Del Duca, Tamra Bonvillain, Alexandre Tefenkgi, Nick Dragotta, Lee Loughridge, Rico Renzi (¡hala!). Planeta. Así que este es el Jason Aaron Bueno, ¿eh? Ya. Veo lo que pretende con este cuento de hadas sobre hipsters urbanitas que bailan en manifestaciones con batucadas, pero, para esto, lo que tendría que hacer es aclarar sus problemas y terminar de una puñetera vez Southern Bastards aprovechando que se ha anunciado su adaptación para la pequeña pantalla.
 
W0RLDTR33. James Tynion IV, Fernando Blanco, Jordie Bellaire. Norma. Tiny Onion vuelve a mirar hacia afuera para hablar de las cosas que le preocupan adentro. En este caso, los incels que se refugian en el anonimato de internet para descargar sus frustraciones y que aquí se manifiesta como una amenaza de Cthulhu. Tecnológico, pero Cthulhu al fin y al cabo. Entre esto, lo de Tom King y y lo de Jason Aaron, parece que nadie se acuerda de los paletos votantes de Trump. Sólo en Briggs Land lo hizo Brian Wood. Vaya por Dios.
 
EL DEPRAVADO. James Tynion IV, Joshua Hixson. Norma. Tynion teme que el mundo haya dado un paso atrás de medio siglo y su respuesta es esta alegoría en la que el misterio es lo de menos, y lo de más es unir los puntos para ver el dibujo de la sociedad que sale debajo. Excelente retrato de personajes, pero carga las tintas un poco de más.
 
ARCANOS MENORES. Jeff Lemire. Astiberri. Lemire acostumbra a partir de una premisa potente. Rednecks con problemas. White trash. Y un estilo de dibujo y coloreado que funciona a las mil maravillas con sus historias más intimistas. A pesar de sus constantes, siempre está dispuesto a probar un giro argumental nuevo. En este se acerca peligrosamente a la serie de televisión Entre Fantasmas, aunque siempre tiene esos momentos en los que te pone un nudo en el alma. No sé qué tiene su escritura que hace que se me pasen las páginas en un suspiro. Esperemos que con el tiempo no se tuerza.
 
NEWBURN. Chip Zdarsky, Jacob Phillips. Planeta. Un ejercicio de estilo protagonizado por un impasible detective carismático sin escrúpulos, más listo que el hambre, más duro que el granito y más frío que el hielo. Género negro con regusto a clásico. El Zdarsky guionista esta vez lo ha hecho la mar de bien.
 
THAT TEXAS BLOOD. Chris Condon, Jacob Phillips. Planeta. Las comparaciones con Criminal van a ser inevitables por la presencia de Jacob Phillips y su personalísimo coloreado, que además demuestra ser un dibujante con gusto y un narrador eficaz. Pero es quien Chris Condon quien se revela como un talento mayor en este noir rural con ecos de No Es País para Viejos y Hell or High Water.
 
20th CENTURY MEN. Deniz Camp, Stipan Morian. Astiberri. Ay, este es un tebeo realmente ambicioso y, como tal, necesita varias lecturas... si me importase algo lo que cuenta. Pero a estas alturas no estoy sólo desencantado, sino que también estoy harto de seres de luz. A veces un documental, a veces un manifiesto político, todo el rato "qué malas son las guerras y qué malos son todos los involucrados en ellas; si supiéramos cómo funciona de verdad el mundo, no votaríamos a ningún partido político". Que paren las máquinas.
 
LA MANO Y LOS SEIS DEDOS. Ram V, Dan Watters, Laurence Campbell, Sumit Kumar, Lee Loughridge. Norma. Un tebeo que promete una cosa y acaba resultando otra corre el riesgo de resultar una decepción en su desenlace. Ram V y Dan Watters bailan peligrosamente en ese alambre y las notas de contraportada no les hacen ningún favor. Laurence Campbell funciona de maravilla; Sumit Kumar, no tanto. Con todo, un experimento interesante, pero no mucho más. ¿Dije desencanto?
 
PERRAMUS. Juan Sasturain, Alberto Breccia. Astiberri. Una recuperación simbólica de la esperanza para la América Hispana, que bebe del esperpento, el teatro del absurdo y el realismo mágico. Pero, más allá de la intención política, es la homérica exhibición artística y técnica de Breccia lo que nos ha traído aquí.
 
EL PRISIONERO DE LAS ESTRELLAS. Alfonso Font. Cartem. Ciencia ficción ambientada en un futuro distópico con una evidente deuda de Moebius y Paul Gillon. Todo un clásico, pero también una pieza de su época con estilemas de su época y un pedregoso trasfondo de crítica social también muy de su época. No puede evitar chascarrillos ni cosificaciones y su esforzado guión va descarrilando según avanza, porque su grandeza reside en su dibujo.
 
METEOROS. Jean-Christophe Deveney, Tommy Redolfi. Salamandra. Y así dejamos pasar los días, encerrados en nuestras pequeñas mezquindades, abrumados por el peso de los compromisos cotidianos autoinfligidos, obsesionados por absurdeces accesorias, ausentes a la esencia fundamental de la existencia. Adormecidos, anestesiados, muertos en vida.